jueves, 14 de junio de 2012

El Barroco


El marco histórico del Barroco.
 La crisis del siglo XVII y la ruina del Imperio español

Se suele decir que la Casa de Austria pasó por España como un cometa, primero iluminando y luego arrasándolo todo con su estela. Efectivamente, los reinados de Carlos I (1516-1556) y Felipe II (1556-1598), que llenan el siglo XVI dividiéndolo en dos mitades, la de la expansión y la de la hegemonía del Imperio, fueron un momento de esplendor que se extingue por completo en la centuria siguiente dejando una sobrecogedora oscuridad. Sus sucesores, Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700), a quienes conocemos con el sobrenombre de Austrias menores, tienen que administrar unos inmensos dominios territoriales con un país empobrecido y una hacienda en quiebra. Los conflictos con Inglaterra, Francia y los Países Bajos, así como las revueltas y levantamientos internos (guerra de las Alpujarras, guerra de Cataluña, rebelión de Portugal, movimientos de independencia en Andalucía, Aragón y Navarra) ponen al país al borde del abismo.
La miseria se extiende por el reino. El aumento de los impuestos y tributos para sufragar las campañas militares arruina a la burguesía y condena al hambre a las clases populares. Hay malas cosechas, el trigo sube, la ganadería retrocede, aumenta el bandidaje y la mendicidad. Las enfermedades se ceban con los más débiles, las guerras se cobran la vida de miles de jóvenes, muchas familias emigran a América, lo que se traduce en un acusado descenso demográfico que agrava los problemas sociales y económicos. La Corona se ha endeudado pidiendo préstamos que ya no se pueden pagar y provocan sucesivas bancarrotas en 1607, 1627, 1647 y 1656.
La administración del Estado es errática. Los reyes dejan el gobierno en manos de privados y validos: Felipe III entrega las riendas del país al duque de Lerma y, cuando este fracasa, al duque de Uceda; Felipe IV, al conde duque de Olivares y, tras su dimisión, a Luis de Haro; en el reinado de Carlos II, un hombre débil y enfermizo, que da claras muestras de incapacidad mental, la Corte está llena de vanidosos advenedizos que codician el poder para enriquecerse personalmente y distribuir prebendas y altos cargos entre sus amigos y parientes. Uno tras otro pasan por el gobierno el jesuita Nithard, Valenzuela, Juan José de Austria, el duque de Medinaceli, el conde de Oropesa y, en los últimos años, la segunda esposa de Carlos, Mariana de Neoburgo, rodeada de una camarilla de intrigantes que se prepara para el inminente cambio político que va a producirse cuando el rey muera sin hijos, circunstancia que desatará la guerra de Sucesión (1701-1714), el primer conflicto europeo de la era moderna, que se extiende por Francia, Alemania y los Países Bajos hasta el mar del Norte.
Si hiciéramos un balance del período, no dudaríamos en hablar de decadencia y también de desequilibrios y desigualdades: la suntuosidad y el lujo de la Corte, el orgullo de clase al que se aferra la nobleza, contrastan con la crisis de autoridad, la corrupción política y la pobreza que domina la vida de campesinos y artesanos.

La mentalidad de una nueva época marcada por la derrota del ideal humanista

El hombre del siglo XVII sufre un duro desengaño. La vitalidad y el optimismo que trajo consigo el Renacimiento se desvanecen. La guerra, el hambre, las enfermedades y la muerte se encargan de desmentir el sueño del humanismo. La realidad está dominada por la violencia y el cambio, y cubierta con un grueso manto de apariencias que disfrazan su auténtico carácter. El sentimiento que domina es la inquietud, que se proyecta en distintos aspectos:
  • La naturaleza deja de ser un hogar para el hombre, es un ámbito hostil, caótico, erizado de peligros, por eso es preciso construir una estructura artificial que nos ofrezca cobijo. Es la época de los grandes sistemas, no sólo en el campo científico (Newton, Kepler, Galileo), sino también en la sociedad (pasión por el ceremonial), en la política (auge del absolutismo) y en el arte (exuberancia de las fachadas en la arquitectura, triunfo de las preceptivas poéticas, desarrollo de la música como arte puramente formal, aritmético).
  • El ser humano inspira desconfianza, se ha dejado de creer en su bondad, se piensa más bien que "el hombre es un lobo para el hombre", triunfa una visión escéptica y pesimista de la sociedad.
  • La vida se entiende como tránsito hacia la muerte, ya no es el ámbito donde el hombre se realiza a través de sus obras, es un sueño fugaz, irreal y vano. Lo que somos y lo que hacemos está condenado a la destrucción según la ley del tiempo, que devora al hombre, arrastrándolo "de la cuna a la sepultura" sin que pueda hacer nada para evitarlo. Ante este hecho cabe reaccionar con una actitud ascética, estoica (desprecio del mundo, aceptación serena del dolor y la muerte) o disfrutando del momento presente antes de que pase definitivamente (el tópico del carpe diem).
  • Dios y la religión se convierten en la única respuesta a la angustia de vivir. El hombre es el único ser de la creación que conoce el hecho cierto de su muerte, y una muerte conocida es una muerte adelantada. Vivir es "ir muriendo cada día"; desde este punto de vista, la trascendencia es el último refugio donde cabe encontrar amparo.
  • La libertad queda oscurecida, parece que la historia de los pueblos y el destino individual de las personas se deciden al margen de su voluntad. El mundo se asimila a una representación teatral, en la que Dios es el autor y los hombres los actores que representan el papel que les ha tocado en suerte. Sería ingenuo pensar que tienen algo que decir sobre su argumento o su desenlace. La única actitud sensata es adaptarse a las circunstancias, cumpliendo con la función que cada cual tiene encomendada, para ser recompensado después de abandonar el escenario.
En el fondo, el Barroco nace de la melancolía, de esa tristeza vaga e indefinida que domina a aquel que sabe que, haga lo que haga, tiene perdida la batalla antes de empezar a luchar. En estas condiciones, la ansiedad de disfrutar, de apurar las escasas alegrías que la vida nos ofrece, se mezcla con el hastío, eltaedium vitae, que surge cuando se tiene la certeza de que esos goces no conducen a nada y se agotan en sí mismos.



Los rasgos generales de la estética barroca y su reflejo en la literatura

La literatura barroca se caracteriza por su enorme complejidad y su gran variedad de temas, tonos y estilos. Sus principales aspectos quedan resumidos en el siguiente cuadro:
Aspectos formalesAspectos temáticosGéneros y subgéneros
Complicación y retorcimiento de formas y conceptos.Oscuridad del lenguaje debido a la abundancia de neologismos, cultismos y condensación de figuras literarias.
Se acentúan los contrastes: la deformación grotesca, satírica, caricaturesca, profana, convive con la idealización embellecedora, sublime, espiritual.
Tendencia a la exageración, a la hipérbole, a lo extremo.
La literatura persigue la originalidad y se aparta de las normas clásicas para buscar lo inaudito, lo diferente y sorprender al público.
Temas amorosos: pervive el tópico del amor cortés con la introducción de elementos sensuales, incluso eróticos.Temas morales y filosóficos: la naturaleza humana, la fugacidad de las cosas y de la vida, la muerte, la confusión entre apariencia y realidad.
Temas religiosos y doctrinales: la fe en Dios, la salvación.
Temas satíricos (censura, crítica) y burlescos (jocosos, festivos, incluso tabernarios): expresión del descontento social.
Temas históricos y patrióticos: muchas veces se mezclan con consideraciones políticas.
Temas mitológicos y legendarios.
Temática de circunstancias: panegíricos, elegías, descripciones de paisajes, jardines, objetos.
La poesía se desarrolla en varias direcciones: lírica en versos italianos(endecasílabos y sus combinaciones), poemas en verso castellano (octosílabos y afines), desarrollo del Romancero Nuevo, y canciones de tipo tradicional y popular.Novela picaresca (continúa la vía abierta por el Lazarillo).
Novela corta (ejemplar, amorosa, satírica, anecdótica).
Prosa didáctica y moralizante (reflexiones éticas, políticas, religiosas, artísticas).El gran teatro clásico, creación de la comedia nueva, representada en los corrales, un fenómeno social que sirvió a la difusión de los ideales monárquicos y religiosos, también desde una perspectiva simbólica o alegórica, como en el caso del auto sacramental.


La poesía barroca

El contraste, el retorcimiento y la artificiosidad dominan en todos los órdenes.
 Si la lírica renacentista se caracterizó por la naturalidad y el equilibrio dentro de
 una actitud contemplativa, de admiración por aquello que amamos (el ideal femenino
 o el propio Dios), la barroca se distingue por lo contrario. Ya no existen formas ni vías 
prefijadas, el poeta se encuentra ante una realidad caótica y desarticulada, que exige
 un esfuerzo de interpretación para comprenderla racionalmente.

Temas y motivos literarios
La poesía barroca se orienta en dos direcciones. 1) Hacia lo exterior, hacia el disfrute de
 los goces terrenales(carpe diem), que conducen al idilio amoroso, erótico, al placer,
 a las formas exuberantes; sus motivos cubren un arco muy amplio, que va desde lo más
 sublime a lo más vulgar: la juventud, la fuerza, el amor, el deseo, el lujo, el capricho, 
el juego, el vino, la embriaguez, el carnaval, la fortuna, con una serie de símbolos
 recurrentes: el oro, las piedras preciosas como rubíes y zafiros, los tonos suaves,
 nacarados, el fuego de la pasión o el hielo de la indiferencia2) Hacia lo interior,
 denunciando la vanidad del mundo ("sic transit gloria mundi") con formas doloridas,
 que se centran en el paso del tiempo, la finitud de la vida y la certeza de la muerte;
 sus motivos predilectos son la decadencia, el pecado, la vejez, la muerte, expresados 
mediante símbolos como el reloj, las ruinas, las flores, el arte, el sueño, el teatro o
 el viaje como itinerario del hombre hacia Dios o como exploración interior.

Formas y géneros
Se suelen distinguir hasta cuatro estilos distintos. 1) Una lírica culta basada en el
 endecasílabo (sonetos), o en su combinación con el heptasílabo (liras y silvas), para tratar
 temas elevados (amorosos, mitológicos, morales o filosóficos). 2) La poesía en verso
 castellano (octosílabo): redondillas, quintillas, décimas; muy adecuadas para los juegos
 conceptistas. 3) El Romancero Nuevo, que incorpora temas moriscos, pastoriles,
 mitológicos, morales.4) Canciones de tipo tradicional y popular, letrillas, villancicos
 y seguidillas, con temas costumbristas, satíricos o religiosos.

Recursos expresivos
Se crea un lenguaje literario que se aparta del usual en todos los niveles. 1) Fónico: 
cultismos, sobre todo los esdrújulos por su sonoridad (púrpura, aéreo, émulo, cándido).
 2) Morfosintáctico: sintaxis latinizante y de gran complicación (hipérbaton, perífrasis, 
encabalgamiento). 3) Léxico-semántico: vocabulario colorista y sensorial (oro, plata,
 nácar, cristal, lilio, rosas), neologismos, latinismos, helenismos, derivados sorprendentes
 (pretenmuela, no llega a pretendiente, archipobre, protomiseria), metáforas audaces, 
hipérboles, paradojas, antítesis ("ayer naciste y morirás mañana"). 4) Pragmático: citas 
de otras obras, alusiones mitológicas.


Culteranismo y conceptismo, dos tendencias opuestas, pero relacionadas entre sí

Ya hemos dicho que la literatura barroca busca la belleza y la sorpresa complicando y retorciendo tanto la forma como el contenido de las obras. Partiendo de esta base, dentro del estilo barroco, se distinguen dos corrientes:
El culteranismo
  • Prevalecería la forma sobre el contenido; lo importante no está en lo que se dice, sino en cómo se expresa; el tema es mínimo, lo que cuenta es la belleza formal.
  • Multiplica y retuerce las palabras, alterando su orden, recurre a un léxico culto con numerosos latinismos.
  • Los autores se dirigen a los sentidos, se presta especial atención al color, a la luz, al sonido, al tacto...
  • Los recursos expresivos más habituales son: cultismos, hipérboles, hipérbatos, metáforas, perífrasis y encabalgamientos abruptos.
  • Su principal representante es Góngora.
El conceptismo
  • Prevalecería el contenido sobre la forma; lo importante está en lo que se dice y en poder expresar muchas ideas con pocas palabras, asociando con ingenio distintos conceptos.
  • Utiliza las palabras justas y con sumo rigor, se preocupa por encontrar el término exacto y cargarlo de intención.
  • Los autores se dirigen a la inteligencia, se presta especial atención al sentido de los términos y a la combinación de sus significados.
  • Los recursos expresivos más habituales son: antítesis, paralelismos, paradojas, elipsis, paronomasias, equívocos y juegos de palabras.
  • Sus principales representantes son Quevedo y Gracián.
Visto así, parecería que se trata de tendencias opuestas, cuando, en realidad, ambas responden a un mismo principio, reflejar la complejidad del mundo rompiendo el equilibrio de la expresión en sus dos vertientes.
Fuente:Lengua Castellana y Literatura. 3º ESO